
The Enemy Within
Season 4 Episode 4 | 1h 10m 28sVideo has Closed Captions
Carlos plans to marry Ana. She fights for her career. Pedro and Rita drift further apart.
Cristina allies herself with Carlos and pushes him to speed up his plans to marry Ana, who fights for her line at Velvet. Rita continues to hide her illness from Pedro, though he is consumed by his new duties and barely even notices.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

The Enemy Within
Season 4 Episode 4 | 1h 10m 28sVideo has Closed Captions
Cristina allies herself with Carlos and pushes him to speed up his plans to marry Ana, who fights for her line at Velvet. Rita continues to hide her illness from Pedro, though he is consumed by his new duties and barely even notices.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorshipEste programa contiene material para adultos y no es apto para todos los públicos Se recomienda discreción -He tomado una decisión, señor de la Riva: quiero el puesto de ayudante de sastre.
-¡Bienvenido, Jonás!
-Puedo decir con total seguridad que está usted embarazada.
-Enrique, ¿qué deberíamos replantearnos lo nuestro.
-¿Qué?
-Pues que son muchos años y que no tiene ningún sentido.
-¿Cómo han ido las pruebas?
-Los análisis confirman que se trata de un cáncer de pecho en fase dos.
-¿Me van a tener que quitar el pecho?
-Con dos críos, tiene motivos muy poderosos por los que luchar.
-Doña Blanca, tengo cáncer.
Pedro no sabe nada.
-No puedes llevar esto sola.
-¡Felicidades!
Eres el nuevo jefe de planta.
-¿Cómo?
-Que está hablado con el señor Cafiero, que me ha dado el visto bueno.
-¿Tú te has preguntado qué es lo que quiero hacer yo?
-Necesito que cuelgue esto en la planta baja.
-"En breve se procederá al desalojo de todos los empleados".
-¡Atención, atención!
Nuevo comunicado de dirección.
-Eres un miserable.
-Controla esa lengua, Ana.
-No creas que vas a conseguir acabar con mi propuesta, Marco.
-Eso ya lo veremos.
-Petra, ¿sigue disponible el local de Aurorita?
Estoy seguro que con una buena mano lo dejamos en condiciones para poder ubicar los nuevos talleres.
-Quizás se equivoca de persona.
Alberto murió en un accidente de avión en un vuelo destino a La Habana.
-Don Alberto nunca se subió a aquel avión.
Él mismo escribía cartas cada mes y las enviaba a las galerías.
-Compraste a este pobre hombre para que nunca recibiéramos sus cartas.
-Cristina... -Quiero las cartas, Carlos, ¡quiero las cartas ahora mismo!
-¿De verdad quieres leerlas?
Todas eran para Ana, todas.
-"Querida Ana, yo te sigo llevando en mi corazón y sueño con que un día la vida nos dé una nueva oportunidad".
Voy a ayudarte con Ana.
No quiero que sepa que Alberto está vivo.
Antes quiero que se case contigo.
[♪ Allba Libre y Lucío Godoy: "Falling in Love"] [♪ Marc Ferrari: "Love Shine Down"] [imita sonido de avión] -Alberto.
Alberto, ¿te quieres bajar ya de ahí?
-Vamos, a que voy a llegar tarde.
-Tendrás caradura.
Encima que llevo aquí dos horas esperando por ti.
A ver.
-Buenos días.
-¡Carlos!
-Qué barbaridad, ¡has crecido!
-Pero si nos vimos ayer.
-No, no, no, pero has crecido de verdad.
Toma.
-¡Churros!
-Para que sigas creciendo.
-¿Churros justo ahora que te acabas de lavar los dientes?
-Déjale, mujer.
[suspiro] Esta noche te invito a cenar.
No sé yo si hoy es el mejor día.
-¿Hace cuánto que no estamos a solas?
Para una noche que estamos los dos en Madrid.
-Está bien.
-¡Eh!
¿Y yo qué?
-Tú te vas ahora mismo con tu abuelo, que vas a llegar tarde al autocar.
Venga.
-¿Me puede llevar Carlos?
-No, que Carlos tiene muchas cosas que hacer.
-Por mí ningún problema, así nos tomamos un par de churros más de camino.
-¡Porfa, porfa, porfa!
-Siempre acabo perdiendo yo.
Venga.
Venga, coge la cartera de la escuela, o que te la coja Carlos.
Venga, vamos.
[suspiro] Dame un beso.
Termina de abrocharle el mandilón, por favor.
-Muy bien.
[carraspeo] -Ana, hija, ¿es que ni a darme un beso habéis pasado, eh?
-Es que ha llegado Carlos de sorpresa... -Con los churros, con los chu... Ya los he visto al salir.
Sí.
-No, y él sabe que con churros tenemos todas las de perder.
-Mmm.
-¿Mateo aún no ha llegado?
-No, me dijo que iría directamente, y Petra estará allí desde primera hora.
Ana, Ana, todo va a salir bien, todo va a salir bien, ya lo verás.
-Yo no sé dónde metes todos esos churros con lo pequeño que eres.
-¡Mmm!
Es que me encantan.
-¿Y no te gustaría que te los trajera todos los días?
Y podría llevarte a la escuela.
-Eso es imposible, tú viajas mucho.
-A no ser que viviéramos juntos.
-¿Eso se puede?
-Claro que se puede.
Si tu madre y yo estuviésemos casados, viviríamos todos juntos en una casa muy grande.
-A mí me gusta vivir en las galerías, son más grandes que cualquier casa y puedo correr todo el rato.
-Sí, pero seguro que los niños de tu clase viven todos con su mamá y su papá en su casa, ¿verdad?
-Yo vivo con mamá y con el abuelo.
Mi padre no puede venir, está en el cielo.
-Es verdad.
[claxon] Mira, ya estamos.
Dame un abrazo, pequeño.
Un beso.
Aquí.
[motor acelera] [♪ música suave] [bullicio] Perdón por el retraso.
He acompañado a Alberto al autocar.
-Estás hecho un padrazo.
-Me imagino que no me has citado aquí para darme la enhorabuena como padre.
¿Qué pasa?
-Quiero plazos.
-¿De qué estás hablando?
-¿Cuándo le vas a pedir a Ana que se case contigo?
-No es tan fácil, Cristina.
Te dije que lo haría.
¿A qué vienen estas prisas?
-¿Prisas?
Llevo años llorando la muerte de Alberto.
No quiero perder ni un minuto más.
Quiero ponerme en contacto con él.
-¿Estás loca?
Si le llamas se va a presentar aquí enseguida.
-Y por eso quiero la boda ya.
-Mira, Cristina, aunque no me creas, quiero a Ana, sí, y no estoy a tus órdenes.
-Uy, sí, qué romántico.
Mira, Carlos, con todo esto lo único que has demostrado es que solo te quieres a ti.
-Yo marcaré los tiempos.
[♪ música suave] -Si es que... -Buenos días.
-Doña Blanca.
-¿Cómo estás?
¿Qué tal te encuentras?
-Hoy, un poco mejor, la verdad.
-¿Cómo se lo ha tomado Pedro?
-Bien... Bueno, aún no se lo he contado.
-Pero, Rita... -No me voy a operar, doña Blanca.
-¿Qué?
-No se lo pude decir ayer en la, en la cena, y luego en casa.
Nosotros no podemos afrontar un gasto como este.
Los ahorros que tenemos los necesitamos para cosas más importantes.
-Pero por Dios, ¿Qué puede haber más importante que tu propia vida?
-La de mis hijos.
Para poder operarme tendríamos que endeudarnos, y yo no voy a arrastrar a mi familia conmigo.
-Yo puedo ayudaros con lo que tengo.
Mi hija Carmen ya no me necesita y yo apenas tengo gastos, ¿eh?
-Yo se lo agradezco mucho, doña Blanca, de verdad, pero es que es como un pozo sin fondo, porque está la operación y luego el tratamiento.
Es que no se trata de un pago, se trata de hipotecar la vida entera de mi marido y, y de mis hijos.
-Mira, Rita, yo creo que estás muy afectada y no piensas con claridad.
-Tengo mucho miedo.
Tengo miedo.
Tengo un miedo horroroso.
Doña Blanca, yo no me quiero morir.
-Tú no te vas a morir, ¿me oyes?
No vuelvas a decir eso nunca más.
Tienes que luchar contra esta enfermedad, pero con el apoyo de todos nosotros.
[llanto] [suspiro] Escúchame.
Te voy a contar una historia.
Yo tenía diez años.
Era verano y había ido a pasar el día con mi familia a un pueblo de la sierra.
[risa] Todavía me acuerdo del mordisco que me dio mi hermana por no darle un trozo de bocadillo.
Estábamos jugando a la pelota y mi padre apuntaba a los tantos, y justo cuando mi madre se acercaba a mí para celebrar la victoria, se cayó redonda al suelo.
No sabíamos nada, nos mantuvo al margen de todo.
Ni siquiera mi padre sabía que le habían descubierto un bulto en el pecho.
-Lo siento mucho.
-Era otra época y entonces no se sabía tanto como ahora, pero el gran problema para ella fue el tiempo.
Ya era demasiado tarde.
Pudimos darle 30 días maravillosos, pero se fue.
Quizás si nos lo hubiese contado antes, podríamos haberle dado muchos más.
Rita, no hay nada peor que arrepentirse por lo que pudo ser y no fue.
Piénsatelo, pero no demasiado.
A mí me tienes aquí para lo que necesites.
Pero ¿por qué no pruebas a compartirlo con Clara?
Quizás te resulte más fácil que empezar con Pedro.
-Sí, lo voy a pensar.
Muchas gracias.
[♪ música emotiva] -¿Dónde está?
¿Dónde lo he dejado?
Por favor, si lo he dejado aquí mismo, por favor.
Tengo que venir aquí... -¿Ocurre algo, señor de la Riva?
-Pues mi alfiler con mi inicial que lo he dejado aquí hace un momento para ponerme la chaqueta y no sé, pues como pasa todo el mundo por aquí... -Me parece que está usted un poco nervioso por la presentación.
-Sí, pero... ¿Dónde estaba?
-Aquí.
[suspiro] -Sí, estoy un poco nervioso, la verdad.
No sé, toda esta trama con la nueva colección me tiene muy nervioso, y con el cómico este de pacotilla en el que no confío, y la prensa llega en un momento también... -Déjeme a mí.
Déjeme a mí.
Ya está.
-¿Está todo bien, doña Blanca?
-Sí, claro.
-¿Seguro?
-Seguro.
Si me disculpa.
[exhala] -Bueno, aquí vamos a tener defensa.
Número cuatro.
Este aquí.
[murmullos] [Raúl exhala] -Jonás, ¿está listo el traje ya?
-No, aquí no.
Este por aquí.
-Jonás, ¿usted no me oye?
¡Jonás!
¿Se puede saber qué hace que no está cosiendo?
-Bueno, es que eso está listo.
-No, no, calle, calle, calle, calle.
[♪ Dave Bronze: "Bopalopalama Dipdip"] ¿Esto qué es?
No me diga.
Ustedes me quieren matar entre todos, ¿no?
Han decidido que a mí me dé un ataque al corazón, y mañana encuentren mi cuerpo inerte en el suelo.
La próxima vez que yo vea esto en mi taller se lo estampo en la cabeza y le mato, le mato a usted y después a todos los demás.
-El traje está listo desde ayer por la tarde.
Está impecable.
Que, que ni yo me lo esperaba que, que quedara así.
-No está mal.
-Perdóneme, señor de la Riva, pero es que en mis tiempos muertos, pues me dedico a preparar las tácticas de, del próximo partido.
-¿De qué?
-Es que soy entrenador y capitán del equipo de fútbol del barrio, y estas son las tácticas.
Si un día quiere venir a verme, le invito.
-¿Yo?
-Sí.
-¿Al fútbol?
Quítese esa bata ahora mismo.
-No, por favor.
De verdad que esto no va a volver a ocurrir, de verdad, pero no me despida, por favor, esto es el sueño de mi vida, por favor.
-¡Que se cambie de bata!
-¿Y esta qué le pasa?
-¡Que está hecha unos zorros, Jonás!
-Pues yo no veo ninguna mancha.
-¡Por favor!
¡Lleva tres días con la misma bata!
¡Tengo a la prensa ahí arriba!
¡A ver cómo se lo explico para que le quede claro!
¡Quiero su bata limpia como una patena!
¡Quiero que la luz del sol se refleje en ella!
¡Que la nieve del Ártico a su lado sea de amarillo limón!
¿Estamos?
-Estamos, estamos, estamos.
[grito] -A ti te quería ver yo.
-El que faltaba para empezar bien la mañana.
-Primo, esto me parece una tontería.
Llevamos tres días sin hablar, y es que yo quiero un futuro bueno para ti.
-Primo, ¿te das cuenta que pareces mi padre?
-Que no, que no.
Que es que estoy poniendo ante ti la oportunidad de tu vida, ¿no te das cuenta?
-Sí, la de ser sastre, que es muy distinto, ¿eh?
Y si me permites, tengo mucho que coser.
-No, escúchame, de verdad.
De verdad, primo, necesitamos un jefe de planta Y no hay nadie mejor que tú para cubrir ese puesto.
-El problema es que no lo quiero.
-Bueno, pues nada, te daré un día más.
-Sí, déjame en paz, un ratito, ¿eh?
Solo un ratito.
-Que sí, que sí, lo que tú quieras.
Que mañana voy a ir y te lo voy a decir otra vez.
Primo, ¿me has cerrado?
-Nada, nada, un ratito solo.
[golpea la puerta] -¡No, primo, abre la puerta!
¡Primo...!
[gruñidos] -Creo que Humberto debería estar en el centro y acaparar todas las miradas.
-¿Quieres que Raúl nos monte un numerito nada más llegar?
-La novedad en las galerías no es Raúl de la Riva, se ponga como se ponga.
Y con el dineral que le pagamos a Santamaría, lo suyo es que esté en el centro.
-Enrique, no voy a discutir esto contigo.
-¿Se puede saber cuál es tu problema?
-Ay, por favor, no empieces.
-Perdón, perdón.
Llego tardísimo.
Había un tráfico terrible.
-Lo que faltaba.
-Toma, cariño.
Los gemelos.
-Valentín, déjame ver los gemelos.
-Vaya, parece que las cosas van muy bien.
-Bueno, más nos vale, ¿mmm?
Ahora que estamos intentando ser padres, hace falta más roce que nunca, ¿no es cierto, cariño?
-Valentín, por favor, no seas indiscreto.
Oye, es una buena noticia.
Las buenas noticias, pues hay que compartirlas, ¿no es verdad, Enrique?
¿Eh?
-Claro.
-Bueno, más si él ya es padre, ya sabe de dónde vienen los niños.
-Bueno, es cierto, vaya que si lo sé.
[risas] Pues nada, a ver si hay suerte, y al toro.
Bueno, por cierto, de la Riva quería hablar contigo, no sé qué de unos gemelos en el taller.
-¡Ay, los gemelos!
Calla, sí, sí, voy... voy volando.
Los veo enseguida.
[inaudible].
-No, espera un momento.
-Enrique, por favor, ahora no tengo tiempo.
Quiero bajar esta documentación antes de que llegue Raúl.
-¿Me puedes explicar a qué ha venido eso?
-Pues a que sinceramente creo que tendríamos un problema.
-O sea, ¿estás intentando tener un hijo con tu marido?
-Bueno, creo que eso no es asunto tuyo.
[exhalan] Enrique, últimamente estás desconocido.
Cualquiera diría que incluso celoso.
[timbre del ascensor] -Por favor.
[♪ música emotiva] -Te agradecería que cuando bajes no cambies el orden de los carteles.
[♪ música emotiva] [timbre] -He aquí al caballero de la brillante armadura.
-Gracias os sean dadas, mi señora, por recibirnos con tal diligencia.
-Don Quijote ha debido enloquecer, ¿cómo no iba yo a recibiros?
Pasad, por favor.
-Pasad.
-Gracias.
Petra, quiero presentarte a mi sobrina Ana.
-Encantada.
La mismísima Ana Rivera.
-El gusto es mío, doña Petra.
-Mateo Ruiz Lagasca.
-Este chico tiene que ser muy importante con ese apellido tan ilustre.
-No es para tanto.
Un placer, señora.
-Señorita.
Si lo que pretendías era sorprenderme, enhorabuena, lo has conseguido.
-Petra, por favor, lo único que queríamos es que esta visita fuese lo más productiva posible, y por eso decidimos venir los tres juntos, nada más.
-Bien dicho.
Al pan, pan y al vino, vino.
Hablemos de negocios.
-Mmm.
-Estoy muy contenta de que estéis interesados por la tienda.
La vida la ha puesto en mis manos, y no sé qué hacer con ella.
Sí, está llena de polvo, hijo, y desordenada.
Durante la enfermedad de Aurorita no pudimos ocuparnos del negocio.
-Lamento muchísimo la muerte de su hermana, doña Petra.
-Ella, además, fue quien me dio mi primera oportunidad.
-La vida es así, hija.
Aquí al lado hay una habitación con un taller bastante grande.
Me adelanto y enciendo las luces, así comentáis entre vosotros.
-Bueno, bueno, ¿qué os parece?
-El sitio necesita una limpieza como el comer.
-Pero eso no es un problema, Mateo.
-Problema, problema no lo es, pero... -Yo digo, mmm, pensad en lo importante, ¿no?
los metros, la distribución.
Y ver si en ese taller hay cosas que se pueden aprovechar, no sé.
-La madera es buena, eso sí.
-La madera es buena.
Es espacioso para lucir bien todos los modelos, entra muchísima luz y, como dice mi tío, está en un sitio inmejorable.
-Sí, lo reconozco, tiene posibilidades.
-Estoy loca, ¿no?
-Por supuesto.
Loca como una cabra, vamos.
[risas] La loca que va a conseguir todo lo que se proponga en el mundo.
-Gracias.
-Podéis pasar.
-Vamos.
Sí, a la izquierda.
Este es el taller.
Aurorita lo usaba también como almacén.
La cantidad de telas que podía guardar.
Podéis echar un vistazo.
-Es perfecto, perfecto.
-Está muy bien, ¿no?
-Mejor que bien.
-Hacen una pareja estupenda.
-Eh, Petra, son compañeros de trabajo.
Buenos amigos, nada más.
-Pues será porque ellos quieren, porque harían una perfecta pareja de tango.
-Petra, por favor, Petra, por favor.
¿Entonces?
¿Hacemos negocios?
-Pues tendríamos que hablar con el director de las galerías, pero por nosotros... -Es perfecto.
-Muchísimas gracias por todo, Petra.
-Gracias a vosotros por venir.
-Ajá, muy bien, muy bien.
-¿Vamos?
-Sí, claro.
[teléfono] [♪ música emotiva] -Rita, si me la voy a volver a cargar, de verdad, de verdad que no es el momento, ¿eh?
-Estas arpías me han encargado que haga yo los dosieres de prensa, y van a volver, porque claro, como ahora se supone que soy yo, Clara, la secretaria universal... -No, no, si yo vine... -O se te ocurre una manera de tener ocho brazos y dos mentes, o yo ya es que más asuntos no puedo atender.
[♪ música triste] -No te preocupes, vengo en otro momento.
-Gracias, gracias.
[♪ música triste] -Clara, ¿las tienes ya?
-Un momento.
Sí.
-Las he visto más rápidas.
-Y yo menos mimadas.
[teléfono] -¿Qué has dicho?
-Que son pesadas, las carpetas.
Parece que no, pero pesan, ¿eh?
-Muy interesante, ya me lo explicas otro día.
[♪ música de rock] -Ahí está la estrellita del rocanrol.
[♪ música de rock] ¿Y Humberto?
-Eh, ¿no ha venido todavía?
-¿Cómo?
¿No sabe dónde está?
-No, hombre, qué va.
Si me ha dicho que venía por su cuenta.
Seguro que está a punto de llegar.
-Más le vale, porque tengo a toda la prensa entrando en las galerías, y si no llega, el que va a tener que dar la cara por mi colección será usted.
-Raúl, Raúl, acuérdate de que ponga las manos encima de la mesa durante la presentación, ¿eh?
Quiero que aparezcan los gemelos en todas las fotos, ¿sí?
-Mira, Valentín, ahora los gemelos no es lo importante.
Patricia, cariño, dile a tu maridito que como vuelva a hablarme de los gemelos, mañana, en vez de en las páginas de sociedad, vamos a salir en sucesos.
-Qué carácter.
-¿Dónde está [inaudible]?
-Está a puntito de llegar, eh.
-¿Usted cree que yo me chupo el dedo?
Un representante nunca llega a un evento sin su representado.
Usted no tiene ni put... No tiene ni idea de dónde está, ¿no?
Muy bien.
Lo sabía.
Lo sabía.
¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía que este actor de pacotilla nos iba a traer problemas, lo sabía.
Dios mío, yo los siento, los huelo, Yo los... ¿Es él?
[claxon] ¿Es él?
[con voz de borracho] -Ricardito.
Amigo, hermano.
-¿Está borracho?
¿Ha venido borracho a la presentación de mi colección?
[balbuceando] -De la Riva, qué majo.
"del arriba" y del de abajo.
-A ver, ¿qué hacemos?
-¿Pero cómo que qué hacemos?
¡Pero cómo que qué hacemos, Dios mío!
Pero... ¡Apártese, patán!
[gritos] -Ya, ya le paga aquí el señor.
Pero... -No... Pasa que no puede entrar en este estado.
Entreténgame a la prensa.
30 minutos.
30 minutos... Entreténgame a la prensa 30 minutos.
Inés, búsqueme a Jonás.
Que vaya a la garita, ¡a la garita!
-¡Urgente!
¡30 minutos!
[con voz de borracho] -Oye, oye, oye, oye, ¿adónde me llevas...?
A mí me esperan en la zona noble.
-Venga, ¿adónde vas?
Ven, que te voy a dar un sopapo.
Que te voy a quitar la tontería esa que tienes de una vez.
¡Jonás!
-¿Qué pasa?
-Esto pasa.
-Humberto Santamaría, encantado.
Oye ¿está...?
-Cocido como un pulpo.
[quejido] Ayúdame a llevarlo a tu habitación.
-¿A mi habitación?
-Jonás, ¿estás conmigo o contra mí?
-Co-con usted, con usted, con usted... -Y bueno... -Cuando le cuente a mi hermana Antonia... -Yo no me voy al cuarto de nadie, hombre, ¿me queréis secuestrar a mí?
No.
¡Quieto!
¡Escuchadme bien!
Ni la ley, ni las mujeres, ni el dinero atraparán nunca a este bandolero.
-Qué bien lo hace, ¿eh?
¿Señor de la Riva?
-Este imbécil se piensa que está en una de sus películas.
¿Y ahora qué vamos a hacer?
Tenemos 20 minutos para espabilarle y llevarlo arriba.
-¿Con semejante melopea?
-Lo he conseguido en menos tiempo.
Tú abre la puerta.
[jadeos] -Primo.
-Te vas a enterar ahora... [gritos] -Pedro Infantes, ¿a qué estás jugando?
-Pues, y este hombre ¿quién es?
-Humberto Santamaría.
-Humberto Santamaría... -¡Basta ya!
Tenemos que reanimar a este muerto.
-Me tengo que ir a trabajar.
-¡No, usted nos ayuda!
-¿Cómo que nos ayuda?
-Ay, ¡por favor!
Por favor, qué peste a alcohol, Dios mío.
¿Qué tiene este hombre?
-La chaqueta.
La corbata.
-Que se siente.
-Ten la corbata.
-¡El café!
¡Pero ya, Pedro...!
-Sí, sí, sí, ya... -¡El café ya!
-...le estoy echando... -¡Quieto!
Quieto, quieto.
[balbuceos] Da muy mala suerte.
¡Más, más, más, más!
¡Ya me voy de aquí [inaudible]!
-No, [inaudible].
-Póngale esto.
Beba.
Bebe.
¡Bebe!
Ahí está, ahí está.
Ahí está.
[arcadas] -¿Va a vomitar?
¡No, no, no, no!
Al baño, al baño, al baño.
[arcadas] -Al baño, al baño.
-¡No!
¡Allí!
¡Allí, allí!
Ay, Dios mío... Ay, por favor, no.
¿Qué hora es?
¿Qué hora es?
¡Ay, Dios mío!
Por favor.
[carraspeo] -¿Cómo se encuentra?
-Todo lo bien que se puede dadas las circunstancias.
-Siento mucho el trastorno que le ha podido causar, pero es que su problemilla con el alcohol... No, es que no puede trascender, que podría acabar con su carrera.
-Buenos días.
Gracias a todos por venir.
Pueden ir tomando asiento.
En unos instantes saldrán nuestros protagonistas.
-Buenos días, gracias por venir.
Ya estamos aquí.
Eh... Humberto Santamaría.
[aplausos] [murmullos] -Ahí, ahí, ahí, [inaudible].
-Bueno, ya.
-Gracias.
Vamos a dar comienzo a la rueda de prensa.
Por favor, vayan tomando asiento.
[Humberto exhala] -A ver, ¿alguien podría quitarme el foquito que no veo nada?
[grito] Ay.
Amor templado que me dejaste abandonado.
Bueno, y después de esta pequeña... este pequeño guiño a mi última película, no quiero robar más protagonismo a la ropa.
A la ropa que hoy vengo a presentar.
Que es una ropa buena.
Una ropa buena.
De calidad de la que... de la que tiras y tiras y tiras y no se rompe.
-Gracias, Humberto.
Como todos los asistentes saben, Humberto es un cómico inigualable y con esta divertida presentación lo que Humberto quería destacar era la calidad y resistencia de mi nueva colección.
Una colección pensada para los envites del hombre moderno y de vida activa y apasionante... -¿Se puede saber dónde te habías metido?
Hemos tenido que empezar.
-¿Me estás tomando el pelo?
Llego media hora antes de lo previsto.
-¿Pero qué dices?
No hemos cambiado el horario.
-Entonces ha sido esa.
Patricia me dio ayer todos los detalles del encuentro con la prensa.
No voy a consentir... -Muchas gracias, Raúl.
-Este no es el momento ni el lugar.
-Si ahora alguien tiene alguna pregunta, es el momento.
Caballero.
-Sí.
-No, la pregunta es para Humberto.
Don Humberto, ¿se siente un hombre moderno, de vida apasionante?
-Por supuesto, tiendo a estar por delante.
-Sí, por aquí.
-Humberto.
¿Podemos saber las razones por las que te has unido a este proyecto de Velvet?
-Por dinero, como lo habría hecho cualquiera.
[risas] Era broma.
Siguiente.
-¿Qué tienes en mente?
-Bueno, creo que deberíamos pintar el local y darle un toque novedoso, porque aunque la moda que vendamos sea para todos, el local tiene que ser muy fascinante para cualquiera que pase por la puerta.
Que la moda es sueño, Mateo, y yo eso no lo quiero perder.
¿Qué?
¿Me estoy pasando, no?
-No, no, no, no, no, no.
No, es solo que... Es curioso.
Alberto habría usado las mismas palabras que tú.
Estaría muy orgulloso de ti.
[♪ música suave] -Y de ti.
-Bueno, ¿cómo se lo vendemos a Cafiero?
Al local hay que meterle mano.
-Fantástico, ¿no?
Mañana saldrá todo en la prensa.
-¿"Fantástico", dice?
-Bueno, salvo el accidentado inicio.
-¿"Accidentado", dice?
Shh, shh.
¡Tú!
¿Tú te crees que estás en el rodaje de una de tus peliculitas?
-¿Qué?
-Que aquí cuando a uno se le convoca viene a la hora, se sabe el texto y tiene claro quién es el protagonista.
-Creo que eso la prensa lo tuvo bastante claro.
-¿Pero tú...?
¿Tú qué te has creído?
¿Que puedes llegar aquí borracho como una cuba?
-¿Borracho, yo?
-Has puesto en peligro mi carrera y la reputación de estas galerías.
-Mira, en tu vida has tenido una convocatoria como esta.
-Fuera de aquí.
-Vamos a intentar calmarnos.
-He dicho que fuera.
No le quiero volver a ver.
-Marica de mierda.
[♪ música alegre] -¿Me sostiene las lentes, por favor?
[quejido] -Pero ¿qué ha hecho?
-Ponerle en su sitio.
Gracias.
[quejidos] -¿Estás bien?
-¡Un espejo!
-Pero ¿esto qué es?
-¡Tráeme un espejo!
Mira, cómo me he dejado marca, te juro que lo empapelo, ¿eh?
[teléfono] -Hola, Clara.
¿Ha terminado ya la rueda de prensa?
No seguirás enfadada por lo del otro día.
-¿"Enfadada", por...?
¿Porque hayas intentado echarme de mi casa a mí y a mis compañeros?
¡Qué va!
¿Por qué voy a enfadarme por algo así?
-Yo no quiero echarlos a la calle.
La nueva colección necesita ampliar el taller, eso es todo.
Además, no creo que debamos mezclar los negocios con nuestra relación.
-¿Con relación te refieres a este lío de sábanas?
-Bueno, Clara, yo no hablaría únicamente de lío de sábanas.
[teléfono] -No.
No, no, no, no, no.
Yo ya he pasado por eso.
No.
-Ábrelo.
-Que no.
-Lo único que quería era pedirte perdón.
Lo siento, Clara.
-Pues son bonitos, ¿eh?
-[habla en italiano].
-Mm-hmm.
-Entonces, ¿por qué no cenamos juntos esta noche?
¿Ah?
¿Y así hacemos las paces?
-Pues me encantaría, pero es que no puedo.
Venga, Clara, venga.
-De verdad no puedo.
Tengo... Es que tengo algo que hacer.
-¿Algo cómo?
[murmullos] [♪ Steve Martin: "Honey You"] -Buenos días.
-Buenos días.
-Hola.
-Marco, precisamente contigo veníamos a hablar.
-¿Entonces?
-¿Pasamos a mi despacho?
[♪ Steve Martin: "Honey You"] Por favor, siéntate.
-Estoy cómodo así.
Vosotros diréis.
-Hay una tienda que se ha quedado vacía y hemos pensado en comprarla.
-Ana, no sé de qué estás hablando.
-Estamos proponiendo una alternativa a tu idea de echar a la gente a la calle.
-Ah.
-Hemos ido a ver el local y nos parece perfecto para montar allí la línea prêt à porter.
Así la categoría de las galerías no se vería afectada, que tanto te preocupa.
-Ya, ya, que lo hacéis por mí.
-Sí, bueno, mira, aquí tienes toda la documentación necesaria, y un presupuesto también.
La idea es sencilla: parte de los empleados trabajarían allí y, ajustando un poco los horarios, los dos negocios podrían llevarse prácticamente como hasta ahora.
Es fácil.
-Siempre tienes que tener una carpetita para todo.
-Ya me conoces, ¿te molesta?
-No.
[♪ música tensa] Tendréis la mitad de lo que pedís.
-Marco, por favor.
Revísalo bien.
-Eso o nada.
Elige.
-¡Eres un hijo de puta!
-Mateo.
-¿Qué quieres, que le aplauda?
-Marco, no puedes echar a la gente a la calle de un día para otro.
-Velvet es un negocio, no una pensión.
-Te estamos ofreciendo una solución muy económica que nos dejaría a todos en muy buen lugar.
-La mitad.
-Quiero hablar con tu padre.
-No voy a molestar a mi padre cada vez que tú y yo tengamos una discrepancia.
Demuéstrame que eres una gran empresaria.
Consigue el local con este dinero.
[puerta se cierra] -Este tipo es un imbécil.
Un día de estos se va a llevar una sorpresa, ya lo verás.
-Mateo.
No podemos enfrentarnos así a él, tenemos todas las de perder.
-No lo aguanto.
No puedo con esa chulería, me supera.
Te fui a buscar porque solo contigo puedo sacar esto adelante, y necesito que me ayudes a encontrar una solución.
¿Cuánto crees que podríamos pagar sin hacer tanta obra?
-No lo sé, no lo sé.
Tengo que volver a revisarlo todo y no lo sé.
-Voy a llamar a Petra, a ver si puede acercarse ahora mismo.
Cuanto antes sepamos si nos haría una rebaja, mejor.
-Está bien.
-Ahora vuelvo.
[teléfono] [suspiro] [teléfono] [suspiro] -Clara.
Clara.
Clara.
¿Y esto?
Para ti.
Tú necesitabas la prensa y el café para empezar bien el día, ¿no?
¿O te parece mal?
-No.
Solo que después de lo de anoche es cuanto menos sorprendente.
-Bueno, después de la bronca de Rita y Pedro por la que montamos.
-"¿La que montamos?"
-Ya sé que fue idea mía lo de llevar a los niños, pero es que quería demostrarte que yo no estoy huyendo de nadie.
¿Amigos?
[♪ Steve Vaus: "Carrie"] -Amigos.
-¿Por qué no cenamos hoy y tenemos la conversación que ayer no pudo ser?
-Está bien.
-¿A las nueve en el Pausa?
-Mejor en otro sitio.
Te paso a buscar.
Gracias.
-Les parecerá bonito el espectáculo que han montado.
-Estamos vendiendo que estáis trabajando mano a mano.
Nos estáis dejando en evidencia.
¿Qué creéis que va a pensar la gente después de este numerito?
-A estas alturas de mi vida yo no pienso tolerar que se me falte el respeto o se insulte a mi persona.
-Y yo no voy a admitir que nadie cuestione mi profesionalidad.
Soy el actor más importante de este país, por algo me habéis llamado, ¡cojones!
-Señor Santamaría, o cambia usted de actitud y empieza a mostrar algo de respeto por esta empresa... Siéntese.
[teléfono] No sé cómo se tomarían sus seguidoras conocer su afición por el alcohol.
-¿Me está llamando borracho?
-No, no, no, no, no.
-Si le está llamando borracho porque eres un borracho.
-Raúl.
-No le voy a permitir a esta nenaza que me hable en ese tono.
-¿Qué haces?
-¡No, no, no, no!
-¡Basta!
-¡Por favor, basta ya!
-Señores, les ruego nos den unos minutos a solas.
Esto se nos está yendo a todos de las manos.
-Sí, vamos a calmarnos todos.
¡Raúl!
[teléfono] -Humberto, por Dios, te tienes que controlar.
-¿Pero tú de qué lado estás?
¿Quién te paga?
-¿Que quién me paga?
Velvet.
Velvet te paga a ti y me paga a mí.
Y si continúas así, van a cortar con nosotros por lo sano.
-Mira, no seas cenizo, eso no va a pasar nunca.
Soy una estrella.
-Una estrella con muchas deudas, muchos vicios y muchos caprichos.
Así que si quieres seguir permitiéndote la vida que llevas, haz el favor y compórtate.
-Eso también es culpa tuya.
Nunca he sabido de cuentas.
[♪ música tensa] -Humberto, o sales ahí fuera y te disculpas, o yo también abandono este barco.
[♪ música emotiva] -Fuera.
Fuera.
Quiero estar solo, tengo que pensar.
-Espero que tomes la decisión correcta.
[teléfono] [♪ música emotiva] [tono de marcado] -¿Rodríguez?
Sí, soy Santamaría, sí.
Sí, sí, sí.
No tuve ocasión de darte una exclusiva.
Sí, demasiada gente, sin duda.
Escucha, la línea masculina de Velvet no está ligada a mi imagen solo por una cuestión económica.
En realidad la he diseñado yo en exclusiva para ellos.
[risa] Sí, sí, sí.
Sí, sí, ya sabes.
-¿Y en qué punto estamos ahora?
-Eso mismo me gustaría saber a mí.
-Bueno, yo no tengo tiempo para esperar a este imbécil.
[♪ música tensa] -¿Y bien?
-¿Ha pensado en lo que le he dicho?
-Otegui, usted no es tan importante como para acordarme de lo que ha dicho hace cinco minutos.
-Señor Santamaría, creo que lo más conveniente para todos es que reconduzcamos la situación, ¿no le parece?
-¿Vas a pedirme disculpas?
-Voy a darte otra oportunidad.
Vámonos de aquí, Ricardo.
[♪ Universal Production Music: "She Loves Me All the Time"] -¿Eh?
¿Y ya?
¿Nadie va a decir nada?
-A mí me parece una idea buenísima.
-¿Me estás tomando el pelo, Patricia?
-Raúl.
Con lo que le hemos pagado, más nos vale que la campaña salga adelante.
De lo contrario, los italianos nos van a poner de patitas en la calle.
-Habla por ti, Patricia, a mí de aquí no me echa nadie.
Yo sí formo parte de esta empresa.
Y en cuanto a ti, Raúl, pensemos que ya queda menos, que mañana la colección estará en las portadas de todas las publicaciones.
-Eso espero.
[teléfono] -Ay, Rita.
-¿Qué pasa?
-Pues un lío que no te lo vas a creer.
-¿Es del trabajo?
-Ojalá, es de amor.
-Ay, Clara, que no me puedo ocupar de eso ahora.
-Tengo que acabar este modelo para esta tarde y no llego a la entrega.
-Ya, Rita.
Pero es que esto es más importante.
-No, si ya sé yo lo que es muy importante pa ti, cuéntame.
¿Qué?
¿Te han cancelado la cita?
¿O es que se te ha roto el tacón?
Ah, no, no, no, no, espera.
No, es la uña, que se te ha desconchado.
-¿Puedo saber qué te pasa a ti?
-A mí no me pasa nada.
-Rita, tú eres la única a la que puedo venir y contarle mis sentimientos, y tú sabes lo que supone para mí que Mateo haya vuelto a las galerías.
La verdad es que no entiendo cómo puedes ser tan egoísta.
-¿Egoísta, yo?
Pero ¿hace cuánto que no me preguntas cómo estoy o cómo me encuentro?
Tú no eres la única a la que le pasan cosas muy importantes.
Sí, a mí también me pasan.
-¿Sí?
-Sí.
-¿Qué te pasa a ti?
¿Te pasan cosas muy importantes?
¿Y puedo saber cuáles?
Porque yo por lo menos cuando me pasa algo, vengo y te lo cuento, no como tú que te quedas esperando a que todo el mundo te mire a los ojos y sepa que te estás muriendo.
-Tengo cáncer.
[♪ música triste] -Rita.
[♪ Bob saker: "How Little We Learn of Love"] Tranquila.
Tranquila.
Todo va a salir bien.
Tranquila.
-¿Quién me lo iba a decir a mí?
Que era el torito de la familia.
Que nunca me pongo mala, pero mira, lo estaba guardando todo junto.
-No digas eso.
-Estoy que no me lo acabo de creer.
-Hay que llamar a Porrillos.
Padre y madre tienen que saberlo.
-No, no, no, Le he echado el freno.
Si ya le he dicho a doña Blanca que de momento no quiero ni que lo sepa Pedro.
-¿Pues se lo cuentas a doña Blanca y no nos lo cuentas a nosotros?
¿Ni a mí que soy tu hermana, Clarita?
-¿Qué importa ahora eso?
-¿Cuándo vas a empezar el tratamiento?
-Ya hablaremos.
Me voy a trabajar que necesito tener la cabeza ocupada.
[♪ Bob Saker: "How Little We Learn of Love"] -¿Tiene un momento, doña Blanca?
-Sí, claro.
-He hablado con mi hermana.
-Lo siento muchísimo, Clara.
-Es que esto es demasiado para nosotras, y yo no sé cómo ayudarla.
Como me dijo que usted lo sabía, pues necesitaba hablar con alguien.
-Ha hecho bien.
Rita acaba de dar un paso importantísimo al compartirlo con usted.
-Solo sé que su caso lo lleva al doctor Isasa y ni siquiera sé cómo va el procedimiento.
No sé si le van a... -Clara, su hermana no quiere operarse.
-¿Por qué?
-La intervención es muy cara y cree que si sigue adelante pondrá en riesgo a toda la familia.
Yo no he podido convencerla, quizás usted pueda lograrlo.
-Pero ¿cuánto cuesta?
-Sería bueno que hablara con su médico.
Si quiere, yo puedo acompañarla.
-¿Lo haría?
-Por supuesto.
-Muchísimas gracias, doña Blanca... [suspiro] [teléfono] -Que sea la última vez que no me dais el puesto que merezco.
-¿Por qué no te tranquilizas?
-Estoy muy tranquila.
-Hola, Enrique, te estaba buscando.
Hola, Cristina.
-Hola.
-Cristina y yo ya habíamos terminado.
-A esto me refería, precisamente.
Perdona, Marco, pero si se trata de algo de negocios, yo debo estar presente.
Te recuerdo que tengo exactamente el mismo número de acciones que tú.
¿De qué se trata?
[♪ música emotiva] -Bueno.
Ana acaba de encontrar un local donde piensa desarrollar la colección prêt à porter.
-Me parece bien, prueba suerte fuera de aquí, no afecta la imagen de Velvet.
-Cristina, si quieres ser parte del negocio, entonces tienes que tener claro con quién estás.
Mi padre me obligó a quedarme en Madrid para sacar adelante un proyecto en el que no creo, y ahora le voy a demostrar que esa apuesta nunca tuvo ningún sentido.
-Ya lo has oído, la colección de Ana no debe salir adelante.
-Le he recortado el presupuesto, y, como parece que habría que hacer varios arreglos, no creo que consiga salir adelante con ello, pero estoy a la espera.
[♪ música alegre] -Hola, Carlos.
-Hola.
¿Y bien?
-¿Nos sentamos?
-Pero no me puedo quedar mucho tiempo.
-Tenemos que trabajar en equipo, Carlos, o esto saltará por los aires en cualquier momento.
He sabido por Marco que el local de Ana no va a contar con presupuesto suficiente, así que es muy probable que su proyecto no salga adelante.
-¿Y qué quieres que haga yo?
-Ana está muy preocupada por los empleados de Velvet.
Es muy probable que se queden sin un techo si Marco decide construir los nuevos talleres dentro de las galerías.
Así que si tú contactas con la dueña del local podremos tener información de primera mano, y si Ana necesita ayuda, tú podrás ganar puntos.
-No sé si es buena idea.
A Ana no le gusta que me meta en sus asuntos.
-Pero esto es distinto, está en juego el hogar de mucha gente, incluido el de su tío.
Tienes que conseguir el teléfono de esa mujer, Carlos.
-Veré lo que puedo hacer.
-¿Se puede saber qué es todo esto?
-Eh, don Emilio, ya se lo advertí a Pedro esta mañana, seguimos sin jefe de planta y tenemos muchos pedidos pendientes.
-¿Dónde está el señor Infantes?
-Don Emilio, don Emilio, no... Que no sabe qué día llevo, de verdad.
-¿De dónde viene?
-Pues ¿de dónde vengo yo ahora mismo?
Vengo de arriba, no me acuerdo.
Bueno, pero vengo de... -Estamos sin jefe de planta.
-Sí.
A ver, es que yo le ofrecí el puesto a mi primo Jonás y me ha dicho que no porque quiere coser.
Entonces, yo, bueno, yo le insistí y me metió en la habitación, me dejó... -No me cuente su vida.
Estamos sin jefe de planta.
-Don Emilio, por fin le encuentro.
En las galerías hay un caballero que pregunta por el jefe de planta, pero... -No tenemos jefe de planta.
Dígale que enseguida subo.
Señor Infantes, recepcione y ordene todos estos pedidos, y después hablaremos.
-Don Emilio.
-Ahora mismo.
Ahora mismo.
-Pedro, ¿estamos sin jefe de planta?
Señor Infantes, acabo de presenciar un numerito en la planta de caballeros que ha dejado a nuestras galerías a la altura de un vulgar almacén.
¿Se puede saber qué está pasando?
-Pues... -A mi despacho.
[carraspeo] ¿Se da cuenta de que pudo enterarse toda la prensa?
Hemos invertido mucho esfuerzo preparando la presentación de Humberto Santamaría, ¿y usted se permite el lujo de poner en riesgo la imagen de las galerías, precisamente hoy?
-Señor Cafiero, de verdad que yo no quería que esto... -¿Se puede saber dónde está el candidato del que me habló?
-Cosiendo.
-¿Qué ha dicho?
-Cosiendo.
-¿Que dice que el jefe de planta está enhebrando agujas?
-Bueno, jefe, jefe de planta, a todos se le llama jefe de planta.
Jefe de planta era don Emilio, o era yo cuando hacía un buen trabajo, pero como, como, como es así, es que estaba empecinado, empecinado, empecinado.
-No me lo puedo creer.
-Yo tampoco.
Sastre, anda que... [suspiro] -Fui muy claro cuando le contraté.
Su objetivo es contarme todo lo que pase ahí abajo, y es la segunda vez que me falla.
-Sí, pero vamos, que no va a volver a pasar.
-No voy a pasarle la tercera.
Quiero ahora mismo un candidato para el puesto y usted está fuera.
-No me puede echar a la calle.
No puede.
¿Usted sabe lo de mis hijos?
¿Qué quiere, que vaya a mi casa y les diga: "Que no tenéis comida y no tenéis dinero"?
¿Qué le digo a mi mujer?
De verdad... No me pue, no me puede echar, ¿eh?
Seré sus ojos, seré sus oídos, pero por favor, por favor, por favor, no me eche.
-Última oportunidad.
[♪ música triste] -Muchas gracias.
-No me las dé.
Este mes se quedará sin sueldo.
[♪ música triste] Resuelva lo del jefe de planta ¡ya!
[timbre de ascensor] -Le pido de nuevo disculpas por las molestias.
Gracias.
-Don Emilio.
Don Emilio, lo siento mucho, de verdad, yo no sé cómo ha podido pasar esto.
-Yo sí lo sé, es usted un inconsciente.
Ha debido tenerme al tanto de lo que estaba sucediendo.
-¿Un mes?
Un mes sin sueldo me dejan.
-Dé gracias a que no le han despedido.
Los Cafiero no son los Márquez, ¿no se ha dado cuenta?
Yo hago todo lo que puedo por protegerles, pero ustedes se empeñan en que les pongan de patitas en la calle.
-Inés, aquí tienes el traje del señor Rivas.
-¡Ha sido por tu culpa!
-¿Qué culpa?
-¿Qué culpa?
Te dije que si querías el puesto, me dijiste, No, yo me voy a poner a coser".
-Es que yo no quiero ese puesto de trabajo.
[inaudible] [gritos y quejidos] -¿Qué está pasando aquí?
-¡Basta he dicho!
¡Basta!
Llévese a Pedro abajo, y usted al taller.
No vuelvan a reunirse hasta nueva orden, hasta nueva orden.
Fuera.
Vamos.
-¿Se puede saber qué ha pasado?
-Me han suspendido de sueldo durante un mes entero.
Estaba esperando a que mi primo aceptase el trabajo, pero me ha pillado el toro.
Es que yo quiero lo mejor para él y así me lo agradece.
Jonás no es un niño ya.
Podrá decidir lo que quiera hacer con su vida, ¿no?
-No, que se equivoca.
-O no, Pedro, mira al señor de la Riva, ¿tú, tú cómo crees que empezó él?
¿En París, rodeado de todos los grandes de la moda?
La gente tiene derecho a decidir por sí misma.
Uno no siempre tiene que hacer lo que los demás piensan que es lo mejor.
-Perdón.
Si yo yo lo estaba haciendo porque quiero un futuro mejor para mi primo.
-Pues mira cómo ha acabado el cuento.
A bofetadas y sin sueldo, con Cafiero y don Emilio hasta el gorro de vosotros.
Te voy a decir una cosa: ya le estás pidiendo perdón a Jonás ahora mismo.
-No le voy a... -Sí, sí, sí.
Pedro.
-No, no, no.
¿Qué me ha dicho don Emilio?
Que no me acerque, y lo que diga el señor va a misa.
-Pedro.
Por cierto, tienes que ir a misa, que no has ido esta semana.
-Perdone, señorita, ¿trabaja usted aquí?
-Sí, claro, ¿puedo ayudarle en algo?
-Sí.
Estoy buscando a Ana Ribera.
Me ha citado para una reunión urgente, pero quizá me he adelantado más de lo debido.
-En ese caso, debe estar arriba con Mateo.
-Ay, ese chico tan divino.
-Sí, sí, por favor, sígame, yo la acompaño.
-Gracias.
-Otegui.
-Otegui, ¿verdad?
-Mm-hmm.
-Petra, qué sorpresa, bajaba a buscarla ahora mismo.
-Nunca he sido paciente.
Colgar el teléfono y venir corriendo.
-Bueno, yo ya me voy.
Ha sido un placer conocerla.
-Gracias por acompañarme.
-Adiós.
-Hasta luego.
Venga conmigo, Petra, por favor.
-Esa señorita me recuerda a una sobrina que yo tengo, tiene algo raro.
-¿Cómo?
-No, nada.
¿Vamos?
-Sí, claro, pase, por aquí.
[teléfono] -¿Y bien?
-Mire, Petra, no he querido involucrar a mi tío en todo esto para no comprometerla.
-Por Dios, qué tensión.
No voy a llegar al segundo acto.
-Cierto, vayamos al grano.
El dueño de las galerías ha dado luz verde para poder alquilar su local, y esta es nuestra oferta.
[♪ música tensa] -Falta un cero, ¿verdad?
-No tenemos más presupuesto.
Sabemos que la cantidad no es demasiado elevada, pero... -Este local vale mucho más.
Yo lo sé y vosotros lo sabéis.
-Claro que lo sabemos, pero te aseguro que hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano para ofrecerle una cantidad que no resultara ofensiva, pero esto es lo que hay.
-Ana, este local me va a servir para salir adelante.
El poco dinero que gané en Argentina me lo gasté cuidando a Aurorita.
Lo siento, no puedo ayudaros, esto es lo único que tengo.
Además, he recibido la llamada de otra persona interesándose por él.
No puedo seguir los dictados de mi corazón, lo siento.
-¿Y si formara usted parte del proyecto?
-¿Me estás ofreciendo un trabajo a mi edad?
Gracias, no sé si me voy a quedar definitivamente en España.
-Entonces entiendo que hemos perdido nuestra oportunidad.
-Y yo la de dejarlo en tan buenas manos.
Si no puedo ocuparme de mis propios problemas, ¿cómo voy a hacerlo con los de Velvet?
Lo siento.
-No se preocupe, encontraremos una solución.
-Yo la acompaño.
[teléfono] -Mateo, divino.
Gracias.
-Por aquí.
[teléfono] -Créanme, yo misma seré la primera en salir por la puerta de estas galerías, si esto no se soluciona.
Estoy tan preocupada como ustedes, pero solo nos han pedido 24 horas.
Estoy segura de que mañana encontraremos una solución.
-A ver si es verdad.
-¿Cómo ha ido?
-No ha ido, doña Blanca.
-Pero no nos pueden echar, llevamos toda la vida aquí.
-Shh.
Mire, no quiero preocuparla.
Seguro que mañana le doy otra vuelta y se me ocurre algo.
Venía a comunicárselo al equipo, pero casi prefiero que se hayan ido.
-No sé si te puedo ayudar.
-No se preocupe, a veces bajo presión vienen mejores ideas.
Seguro que mañana tengo algo.
-Eso espero.
[suspiro] -Doña Blanca.
-Ay, Clara, por Dios, qué susto me ha dado.
-Ay, lo siento.
Es que no quería cruzarme con Ana.
Voy ahora al médico y no sé si sigue en pie lo de acompañarme.
-Por supuesto, deme un momento.
-Claro.
[suspiro] -Bueno, ¿dónde vamos a cenar, mi tesoro?
¿A La Alcalá, o prefieres comida francesa?
Bueno, hay que celebrar el éxito de la rueda de prensa, ¿eh?
¿Has visto cómo brillaban los gemelos?
-¿Y si nos vamos a casa?
-Uy, uy, uy, uy, uy.
Uy, uy, uy, pillina, que te veo venir, ¿eh?
[risa] Bueno, sus deseos son órdenes.
Bueno, cariño, el cachete de ayer fue increíble.
-Valentín, ¿podemos hablar de algo que no sea la cama?
-Ah.
Bueno, creí que ahora lo que querías era buscar descendencia y todo eso, pero... -Ay, lo siento, cariño, deben ser las hormonas.
Precisamente de eso quería hablarte.
-¿Mmm?
-Que ya está.
-¿Que ya está el qué?
-Desde esta mañana tengo náuseas.
-¿Eh?
No, pero... [resuellos] ¡Oh, Dios!
¡Oh, Dios!
¿Estás segura, cari?
-Sí.
-¿Sí?
-Sí.
Donde pones el ojo, pones la bala, mi amor.
El Di Stéfano de los maridos.
-Esto es... Pero esto es... ¡Oh!
[risa] ¡Soy un héroe!
-Roba.
Roba.
Acuérdate que estos son, pintan bastos, ¿eh?
Acuérdate.
A ver, venga.
Oye, oye, ¡tú me haces trampas, eh!
¡tú me haces trampas!
-¡No!
-¿Cómo que no?
¿Cómo?
¿Eh?
-¿Y esto qué es?
-Lo sabía, pero qué tramposo eres, qué barbaridad.
-Es que siempre me gana.
-¿Vas a salir por fin, hija?
-No, al final no.
-¿Pasa algo?
-Que estoy pensando en abandonar.
-¿Cómo?
¿Que...?
-Que no me parece justo que por mi culpa la gente se vaya a quedar sin... Bueno, que, que creo que me he adelantado mucho con lo del prêt à porter.
-Pero la tienda de Petra te gustaba, ¿no?
O... -Oye, tú, señorito, si sigues haciéndole trampas al abuelo, no querrá jugar más contigo.
-¿Nos dejas jugar la última?
-Está bien, voy a salir a avisar a Carlos, y ahora entro a acostarle.
-Vale.
-¡Bien!
Yo reparto.
-Sí.
Baraja bien, y esta vez sin trampas, ¿eh?
-Sí.
-Venga.
-Es solo un proyecto.
Algunas ideas.
-Mm-hmm.
Muy brillantes, pero como bien dices, es solo un proyecto.
Parece mentira que no conozcas a Ana.
La conquista solo vendrá por el personal.
[suspiro] -¿De qué estás hablando?
-Que el local, para ella, en el fondo es lo de menos.
Está buscando que no pongan a los empleados de patitas en la calle.
Ya te lo dije antes: o justificas tu acción por lo mucho que te importa el corazón de Velvet, o te dirá que no.
-Se me hace tarde.
-Estoy intentando ayudarte.
-Seguro.
-Suerte.
[motor acelera] [♪ Michel Gaucher: "Twist and Love"] -¿Qué pasa?
-Lo siento, Carlos, no he podido localizarte.
Al final no voy a salir.
-¿Por qué?
-No ha sido un buen día y no hay mucho que celebrar.
-Bueno, a lo mejor te sorprendo.
-Me tengo que quedar a trabajar, no he podido terminar el tema del local y mañana me temo que va a ser un día... -¿Y si te dijera que se trata de una cita laboral?
-Otro día mejor.
-No.
No, no acepto un no por respuesta porque sé que esto te interesa.
-¿De qué se trata?
-Confía en mí.
[timbre] -¿Qué haces aquí?
-Quiero hablar contigo.
-Pedro tiene que estar a punto de llegar, Clara, por favor.
[suspiro] -Tú no quieres hablar del tema, pero es que sola no vas a poder superar esto.
-¿Quieres bajar la voz?
Que están los niños durmiendo.
[suspiro] -Rita, sé que no te quieres operar.
-Clara... -No, escúchame.
He ido a ver al doctor Isasa.
Y me ha dicho que la única manera que tienes de enfrentarte a esto es operándote.
-Luego te agradezco mucho que hayas ido a ver al doctor, pero es que tú esto no lo entiendes.
-No, la que no lo entiendes eres tú.
-Yo... yo no puedo arrastrar a mi familia conmigo.
Pedro no está preparado.
Pedro no está preparado para perderte.
-Tienes que luchar, Rita, y si no lo quieres hacer por ti, hazlo por Pedro, por los niños, por mí, por lo que te dé la gana, pero tienes que operarte.
-No tenemos dinero.
Pedro se ha quedado sin sueldo este mes.
[suspiro] -Pues ya buscaremos alguna solución.
Podemos pedir el dinero a Ana, por ejemplo.
-No, ella se tiene que ocupar de su hijo sola, yo, yo no se lo puedo pedir.
-Rita, por favor.
Por favor, prométeme que lo vamos a intentar.
-Pero déjame que se lo diga yo a Pedro.
Está aquí.
Gracias.
-Hola.
[suspiro] ¿Qué haces tú aquí?
-Menudas horas.
Qué suerte ser hombre.
-Clara, vengo de trabajar.
-Uy, el don jefe de planta.
Con el lío que has montado en las galerías estarás contento.
-Oye, yo no creo que seas la idónea para darme ejemplo con la que liastes el otro día en el Pausa, ¿eh?
-Creo que eso ya lo hemos hablado el otro día.
Y he pedido disculpas.
-Tienes razón, pero no son horas y Rita necesita descansar.
-Como si tú supieras lo que necesita Rita.
-¿Qué has dicho?
-Mira que si tanto te importa Rita, podrías prestarle un poco más de atención.
[♪ música emotiva] -¿Estás bien?
-Abrázame, por favor.
[♪ música emotiva] -Pedro, me duele la cabeza, me voy a acostar.
-¿Por qué no te tomas algo?
-Porque no tengo hambre.
-Siento lo que ha sucedido hoy en las galerías.
-No, si no es eso, ¿eh?
De verdad.
-¿Tú estás bien?
Te veo muy rara últimamente, Rita.
-No, estoy cansada, estoy un poquito baja, pero se me pasará.
-¿Seguro?
-Sí.
Me voy a la cama.
-Que yo no quiero ver a mi princesa triste.
Voy a hablar con el señor Cafiero.
Le voy a decir que yo soy un hombre ejemplar, que no me voy a volver a pegar, y que no va a volver a decir ni mu sobre mí.
-Hasta mañana.
-Hasta mañana.
[♪ música emotiva] [motor se detiene] -¿Dónde estamos?
-Dame un minuto y lo sabrás.
Confía en mí, Ana, sé que esto es importante.
[suspiro] Dame la mano.
Por aquí.
[♪ música emotiva] -¿Qué es esto, Carlos?
-Esto es el nuevo local de la diseñadora más hermosa e importante del momento.
[♪ música emotiva] -Yo te lo agradezco mucho, Carlos, pero... -Sé que no llegaste a un acuerdo con Petra.
-Pero no puedes estar siempre haciendo de mi hada madrina, ya lo hemos hablado, Carlos.
-Ana, llevo respetando todos tus proyectos sin meterme en nada durante cuatro años, pero esta vez es distinto.
Esta vez no estamos hablando solo de ti.
Sé que los empleados de las galerías podían quedarse sin trabajo si no llegabas a un acuerdo con la propietaria de este local.
-¿Y tú por qué sabes eso?
-Da igual.
Lo importante es que hay un futuro para todos ellos, por eso no te puedes negar.
Te quiero, Ana.
Sé que este proyecto es tu gran sueño y yo quiero formar parte de él, no quiero seguir siendo un simple espectador de tu vida.
Quiero formar parte de ella.
[♪ música emotiva] ¿Quieres casarte conmigo?
Dime que sí, dime que te casarás conmigo.
-Carlos me ha pedido que me case con él.
-Es una gran noticia, ¿no?
-Os vi a ti y al patillitas.
¿Tienes algo que contarme?
-¿Sabes qué?
Que si no confías en mí, creo que nos tenemos que tomar un tiempo.
-Si es que en todas pone lo mismo, señor de la Riva, ya puede usted celebrarlo.
¡Señor de la Riva!
-¿Quieres quedar?
-¿Quedar?
-Sin niños para hablar tranquilamente, digo.
-Enrique, ¿nos dejarías un momento a solas?
-Pero, Patricia, si es, de que es de la familia.
¿Mmm?
-¡Valentín!
-¡Vamos a ser papás!
-Estoy buscando a Jonás Infantes.
-¡Antonia!
-¡Bueno!
-¿Pero qué haces aquí?
-¿Cuándo me lo ibas a contar?
Yo me voy a conseguir el dinero para la operación, lo que haga falta, pero tú te vas a curar.
-Nosotros no tenemos dinero para pagar la operación.
-Nadie me va a decir lo que puedo hacer por ti.
-Pues aquí está el dinero.
Esperando que cumplas con tu cometido.
Vas a destrozar el local de doña Aurorita.
Support for PBS provided by:
















